La Virgen de los Sicarios, Fernando Vallejo
Es que Colombia cambia pero sigue igual, son nuevas caras de un viejo desastre.
pg. 7, loc. 104-104
¿Y «parcerito» qué es? Es aquél a quien uno quiere aunque uno no se lo diga, aunque él bien que lo sabe.
pg. 31, loc. 466-467
…Medellín, capital del odio, corazón de los vastos reinos de Satanás.
pg. 68, loc. 1038-1038
Ni en Sodoma ni en Gomorra ni en Medellín ni en Colombia hay inocentes; aquí todo el que existe es culpable, y si se reproduce más.
pg. 69, loc. 1050-1051
En Colombia hay leyes pero no hay ley.
pg. 69, loc. 1056-1056
No hay plaga mayor sobre el planeta que el campesino colombiano, no hay alimaña más dañina, más mala. Parir y pedir, matar y morir, tal su miserable sino.
pg. 70, loc. 1064-1065
Yo propongo que se siga llamando Medellín a la ciudad de abajo, y que se deje su alias para la de arriba: Medallo.
pg. 71, loc. 1075-1076
A fuerza de tan feas las comunas son hasta hermosas.
pg. 71, loc. 1079-1080
Españoles cerriles, indios ladinos, negros agoreros: júntelos en el crisol de la cópula a ver qué explosión no le producen con todo y la bendición del papa. Sale una gentuza tramposa, ventajosa, perezosa, envidiosa, mentirosa, asquerosa, traicionera y ladrona, asesina y pirómana. Ésa es la obra de España la promiscua, eso lo que nos dejó cuando se largó con el oro. Y un alma clerical y tinterilla, oficinesca, fanática del incienso y el papel sellado. Alzados, independizados, traidores al rey, después a todos estos malnacidos les dio por querer ser presidente. Les arde el culo por sentarse en el solio de Bolívar a mandar, a robar. Por eso cuando tumban los sicarios a uno de esos candidatos al susodicho de un avión o una tarima, a mí me tintinea de dicha el corazón.
pg. 76, loc. 1152-1157
(Porque santo que no es capaz de protegerse a sí mismo ¡qué nos va a proteger a nosotros!).
pg. 89, loc. 1356-1357
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